martes, 9 de enero de 2018

#volveralmar

L'Arrabassada 8/1/18 

Un mes largo sin venir a verte, hoy estás espectacular, vivo, revuelto, agitado, luminoso mar de invierno.

Se acabaron los festejos navideños, toca volver a la rutina. Qué mejor sitio para recuperarme de la resaca emocional y el empacho físico de estos días!. Pues eso, aquí, sentada en las rocas escuchándote. 

Traes sonidos alegres y también gritos de dolor, agridulce como la existencia. Premura de vida y memoria infinita de tanto y tantos...

Estás como reclamando y de pronto te calmas, coges aire unos minutos y vuelves a golpear fuertemente estas piedras antiguas, las mismas que me sirven de balcón privilegiado.

Esta intimidad de estar a solas, tú y yo, es un regalo del Universo. He aprendido a tomarme ratos de recreo en los que dejo libre albedrío tanto a la mente como a las emociones (que piensen y sientan lo que les salga del mismi). 

Recuerdo una parte de la conversación de anoche con mi brujilla favorita y, siento contradecirte, pero sí, estoy convencida de que el cuerpo tiene memoria. Tal vez es el alma que nos recuerda vivencias o simplemente las células que reclaman un poquito de calidez. 


Sea como fuere el tema está en que la zona de confort debería consistir en proporcionar un lugar amoroso a nuestro corazón. Ese que se empeña en latir aunque sea con algo de taquicardia o con arritmias e incluso acompasado.

Ahora te miro y veo todas esas chispitas tan brillantes reflejadas en tus aguas, me deslumbran y me atraen, son como pinceladas del propio sol. Es como estar una miaja más cerca de esas estrellas que un día fueron personas humanas y a las que llevo en mi querer.


Gracias por este precioso descanso, nos vamos viendo querido Mediterráneo, me llevo algo de tu aliento salado. Me das fuerza, que lo sepas.





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